El día uno de enero de 2008 habilité un blog bajo el fenomenal soporte de Internet, especie de dietario con el que pretendía disciplinar mis antiguas inclinaciones y, de paso, propiciar una salida inmediata y otra poca de notoriedad a ciertos pensamientos y ocurrencias que suelen insinuarse y desvanecerse en el limbo de las intuiciones, como esas nubecillas de final del verano. Retales de mi alforja (que así es como lo rotulé tras no menos de tres jornadas de quijotescas pesquisas) se convirtió casi desde el principio en un desahogo ocasional y seguramente necesario, unas veces en tono memorialista y otras muchas aupado por la indignación y el estupor, pero siempre al abrigo del placer efímero que en otra época me depararon los artículos en el periódico.
Lo que aquí recaudo surgió como una broma poética en el blog, y, gracias al ingenio casi entusiasta de cuatro lectores asiduos (Sebastián, Carmen, Miguel Ángel Orfeo y José Manuel Piqueras) y al empeño inexplicable que en aquel entonces imprimí a mis réplicas, la broma derivó hacia una modalidad de crítica experimental y acabó desbordando la más optimista de las previsiones. Es por eso que he preferido transcribir la secuencia completa, tal como se fue generando, desde el poemilla inocentón (o no tanto) colgado el 23 de octubre de 2008 hasta el último comentario de la saga, con fecha de 12 de noviembre del mismo año. Que aproveche.
Publicado en el blog Retales de mi alforja
ENCUENTRO INTERGENERACIONAL DE POESÍA MUY ACTUAL
(jueves 23 de octubre de 2008)
Ah
cuánta falsa pose!
-lamentó
ella.
Uf,
y cuánta perilla ilusa!
-añadió
él.
Y
cuánto endecasílabo sin alas
silbando
en el balcón de la soberbia!
-unisonaron
ambos,
después
de los aplausos extasiados
al
postrero cantor de la experiencia.
Y
discretamente
se
ausentaron los dos,
y
follaron de nuevo en la 507,
sin
condón ni esperanza,
a
tientas por si acaso,
a
ratos verticales,
poetisos
y tiernos,
casi
en serio
follaron.
9 COMENTARIOS
Sebastián
dijo...
Escribo esto una hora después de dejar un comentario
más arriba, en "A las tres serán las dos", con la intención de
procurar sustentar lo que allí he dejado 'caer' sobre este poema (que supongo
reciente aunque no lo parece, porque sentí un 'dejà vu' tras leer "Y
cuánto endecasílabo sin alas / silbando en el balcón de la soberbia!").
Si no lo entendí mal, la sinopsis es esta: en una
lectura de poesía a cargo de un reconocido poeta de la experiencia, con la sala
rebosante de devotos (a la par que pelotas) seguidores, un hombre (¿maduro él?)
y una mujer (¿joven ella?), si duda también poetas, coinciden en sus
despotriques y se marchan para echar en la habitación de un hotel un polvo que,
sinceramente, deja mucho que desear.
Es mi sola opinión, pero creo que con este poema nos
dejaste bastante perplejos a todos los retaleros. En principio, no me pareció
precisamente un encuentro intergeneracional de poesía muy actual que digamos.
Por otra parte, si "follaron de nuevo", se trató, en todo caso, de un
reencuentro.
Además: en una situación así difícilmente pudieron
ambos ausentarse "discretamente". Y una cosa es la "falsa
pose" (¿hay poses verdaderas?), pero ¿son acaso quienes usan perilla más
susceptibles de dejarse engañar? ¿Qué pasa con los calvos como yo?
Resumiendo, tengo la sensación de que el poema, en
parte, peca de aquello que denuncia y que, en su afán de desmarcarse, destila
también cierta arrogancia.
Por cierto, ¿a quiénes, finalmente, se intenta
ridiculizar? Porque ¡qué mal suena eso de "poetisos y tiernos"!
¡Salud y caña!
28
de octubre de 2008 12:52
Pedro
López Martínez dijo...
Sebas, es muy de agradecer que le entres con tanta
valentía al trapo de este poema atípico y atópico, verdaderamente provocador.
Voy a rumiar tus reparos (tan legítimos como
razonables) y emplazo una respuesta para dentro de unos días, no para justificarme
o para defender nada (actitud absurda, por lo demás), sino para aclarar mis
motivaciones e intenciones, que las hubo, aunque tal vez malogradas por mi
impericia al ejecutar los versos.
A ver si, entre tanto, Maestro, hay algún otro
"retalero" que se atreva a entrarle a este trapo con el arrojo con
que tú lo has hecho, sea en una dirección o en la contraria (yo, como el toro
hernandiano, me crezco en el castigo).
Salud!
28
de octubre de 2008 15:13
Sebastián
dijo...
Pedro, gracias a ti por ser tan tolerante y
comprensivo y encajar con tanta elegancia mis reparos. El poema es atípico y
atópico, pero creo que lo que cuenta no es nuevo. Tampoco se trata de
impericia: formalmente es impecable. Yo también he escrito 'artefactos', Pedro.
Desahogan, pero no van a ninguna parte... Mis reparos obedecen a que estoy
cansado precisamente de provocaciones, de frivolidades, de desconfianzas, de la
manida e insaciable lucha entre poetas o artistas de una u otra tribu. Te lo
dije la otra noche: que cada cual escriba como le dé la gana y que cada cual se
quede con lo que más le guste. A veces nos dejamos seducir más por los ruidos
que por la música y perdemos demasiado el tiempo poniendo verdes a los demás en
vez de hablar de lo que nos emociona, de lo que nos alimenta, de lo que nos
hace mejores...
Otra cosa: algunos amigos músicos me llaman cordial y
respetuosamente "maestro", lo que siempre me ha parecido excesivo
(aunque he acabado por acostumbrarme). Pero, por favor, si lo haces tú (aunque
mejor no lo hagas), ¡escríbelo al menos sin mayúsculas, que me da el telele!
!dulaS
28
de octubre de 2008 21:27
Miguel
Ángel Orfeo dijo...
Mi apreciación es muy similar a la de Sebastián.
Formalmente, no le pongo reparos, incluso me parece brillante el hecho de que
los dos endecasílabos hablen de sí mismos, y algo más que elocuente la
contraposición entre el gentío extasiado de la primera estrofa y el posterior
íntimo encuentro en la segunda. Pero, en cuanto al contenido, me suceden
fundamentalmente dos cosas: por un lado, el asunto se me antoja tedioso, y por
el otro, la resolución me parece anodina, por más interpretaciones que le
busque, es decir, ya sea la coyunda por aburrimiento, ya sea esta un poema en
las antípodas del recital al que asistieron. Aparte de esto, no le encuentro
significado ni al condón ni a la esperanza, y el neologismo “poetisos” tiene
cierta carga... ¿sexista? (A ver, Carmen, tú qué opinas) que no me acaba de
convencer. En resumen, y a diferencia de aquel otro poema del profesor que
miraba por la ventana sus cíclicos octubres, este sí que me ha parecido una
bagatela muy bien ejecutada.
28
de octubre de 2008 23:50
carmen
dijo...
Entro en el juego por tu requerimiento, amigo Orfeo y
sé que me arrepentiré en cuanto oprima la tecla de "publicar comentario",
siempre me pasa, suelo dejar mis comentarios a una hora en que ya solo soy
media persona y lo hago sin releerlos porque si lo hiciera, los anularía
inmediatamente. Paso mucha vergüenza cuando días después leo lo que dejé yo y
lo que dejáis vosotros que invariablemente me parece mucho más pertinente y
brillante que mis opiniones y, a diferencia de lo que yo hago, os molestáis en
poner los puntos y las comas en su sitio.
Bueno, y después de buscar vuestra benevolencia,
entro en el asunto: Para empezar diré que creo conocer las motivaciones de
Pedro y, en general, de qué va este desahogo (la principal carencia del poema
es que es un desahogo y se nota mucho), me hice parecidas consideraciones a las
de Sebas y creí encontrar algunas respuestas y otras me las imaginé. Supongo
que la 507 es un código entre los personaje del "artefacto" y,
sinceramente, no he hallado explicación a lo de "intergeneracional"
(o sí, pero preferí desecharla. Y en cuanto a lo de "poetisos"... menos
mal que no tenía a mano a Pedro cuando lo leí. Siempre me he negado a ser
llamada poetisa. Me parece prepotente, paternalista y misógino por lo que
proclamo la bondad de la palabra "poeta" que acaba en a y, como todo
el mundo sabe, es la forma del femenino en español. Así que, Pedro, me pareció
infame que la retorcieras hasta ese punto de masculinizar el término porque
confirmaba todas mis sospechas de prepotencia, paternalismo y misoginia. Ya sé
que en absoluto era tu intención ofender la sensibilidad feminista de tus
lectoras y por eso decidí que el mejor desprecio es no hacer aprecio y no dejé
ningún comentario
¿Respondo a tu pregunta, Orfeo?
Me alegro mucho de que después de tantos meses nos
demos por reconocidos. Saludos a todos.
29
de octubre de 2008 00:59
carmen
dijo...
Por cierto Orfeo, ya puedes llamarme Mamen.
29
de octubre de 2008 01:07
Miguel
Ángel Orfeo dijo...
Gracias, Mamen, también yo me alegro de haber
conocido a gente tan maja como vosotros en este rinconcito virtual que nos
brinda el amigo Pedro. Quiero que sepas que tus comentarios a mí me parecen tan
brillantes y/o pertinentes como los que deslizan cualquiera de los “retaleros”,
y además creo que tienen un plus añadido de desenfado que al blog le viene muy
bien, así que no entiendo la vergüenza que dices sentir cuando te lees. Yo sí
que siento un poco de vergüenza al dejar mis opiniones, pues no se me escapa
que, obviamente, todos os conocéis entre sí y hay ciertos códigos de amistad
que no están a mi alcance, y entiendo que esos códigos, esas vivencias comunes,
también a veces sirven para interpretar la obra o saber a qué confianza
atenerse. Ni que decir tiene que yo esa confianza, aunque soy de naturaleza
tímida, me la tomo desde la sinceridad, así que, si alguna vez meto la pata
(los tímidos somos muy dados a no atrevernos a mostrarnos tímidos, y así es
como la fastidiamos) siempre será desde la inocencia.
Verás, Mamen, invoqué tu opinión porque vengo
observando que estás muy sensibilizada con el asunto. Te aseguro que yo
también, no sólo por añorar un mundo más igualitario en todos los sentidos,
sino porque creo que el propio machismo les amputa a los hombres muchas cosas.
No obstante, considero que a veces te muestras un pelín susceptible, aunque,
por otra parte, lo comprendo. Respecto a la carga, sexista o no, de la palabra
“poetisos” utilizada como adjetivo, pues parece evidente que alude a cierta
sensibilidad poético-amorosa atribuida al común de las mujeres que escriben
poesía. Yo también odio ese cliché ganado a pulso por un pasado represivo, y aunque
creo que es a él al que Pedro quería referirse de algún modo, considero que tal
neologismo, de puro antipático, resulta desafortunado per se. Pero tengo mucha
curiosidad por conocer esa explicación que él mismo nos anunció.
Un abrazo, amiga.
30
de octubre de 2008 17:59
carmen
dijo...
Orfeo, yo también ardo en deseo (¡¡¡ Señor, que
frase!!!) de conocer los argumentos de Pedro. Vamos Pedrito, que ya ha pasado
una semana y supongo que estos días te han dado la oportunidad de reflexionar,
ja,ja,ja (recíbase esta risa con el tono gutural que exige la fecha)
PD: Orfeo, aparte del mojito virtual, esta noche
celebro una fiesta de Día de Difuntos en la que leeremos la famosa leyenda de
Becquer y comeremos gachas con arrope y calabazate a las que estás virtualmente
invitado.
1
de noviembre de 2008 17:59
Pedro
López Martínez dijo...
Paciencia. Mis abogados y yo estamos preparando la
defensa con sumo cuidado, intentando no dejar ningún cabo suelto. Cuando haya
algo relevante al respecto, convocaré a los medios y daré la cara.
Salud!
1
de noviembre de 2008 19:55
A INÚTIL MODO DE DEFENSA INÚTIL (I)
(martes 4 de noviembre de 2008)
Tengo para mí que empeñarse en defender
las supuestas bondades de un texto literario, más aún si nos referimos a un
texto con la presunción formal de poema, es acaso la actividad más estéril en
que puede emplear su tiempo quien tan a menudo se queja de que no lo tiene;
pero si además se da la circunstancia de que la identidad personal del defensor
coincide exactamente con la del autor del engendro, entonces el empeño se
complica hasta rozar la truculencia, y tanto el abogado como su consabido
diablo terminan metiendo los pies en las embarradas lindes de lo patético.
Quiero decir bien alto que la literatura se ha de defender sola, en su trato
íntimo con cada uno de los lectores, y que la vasta estirpe de los mediadores,
sean más o menos reputados y honestos y capaces -estoy pensando en Bruno, el
perseguidor de aquel relato de Cortázar-, con frecuencia roba protagonismo y
disfrute a quien, lo repito muchas veces, es y debe ser soberano en su
criterio. De ahí el disparate de postularse como juez y parte cuando el objeto
de la disputa es la creación artística, lo que denota un síntoma inequívoco de
carencias aún más graves, debilidad en la estela del pecado que las legiones de
versificadores sin duende aguantan sobre sus hombros con actitud penitente. No
he conocido a ningún escritor presuntuoso que no fuera mediocre, ha escrito en
alguna parte Muñoz Molina. En efecto, lo sensato es que el autor desaparezca de
la escena lo más rápido que pueda, es un estorbo hasta en el dobladillo de
solapa, hay que tirar la piedra y esconder la mano para que sean otros quienes
juzguen la estética y la ética de la pedrada, la parábola que describe y el
efecto que produce. En suma, pues, yo me quedaría con aquella atinada imagen
del mensajero al que hay que dar muerte, o al menos, si no queremos participar
de la figura cruel, pidámosle al mensajero que tenga la prudencia de hacerse el
muerto.
El penúltimo recado que puse en este blog
en el mes de octubre, una ristra de versos que titulé Encuentro
intergeneracional de poesía muy actual, desató, cuando ya no esperaba tal cosa,
casi de rebote, cierta perplejidad en los leales comentaristas -Sebastián, Orfeo,
Mamen-, los mismos que, por lo común, festejan mis retales sin calcular los
serios peligros de envanecimiento que ello acarrea: el adulado siempre es
víctima del adulador, lo quiera o no. Fiel a la premisa del párrafo previo, yo
ahora debería detener mis falanges sobre las teclas y aceptar simplemente la
sanción o veredicto: lo que el poema cuenta no es nuevo; peca de aquello que
denuncia y, en su afán de desmarcarse, destila también cierta arrogancia; el
asunto deviene tedioso y la resolución que propone, anodina; por no hablar de
su prepotencia paternalista y misógina... Pero sucede que esto que vuestra
benevolencia llamó poema no es más que una broma con marchamo de crítica
encubierta, y que como tal lo hilvané para dar pábulo a quienes me seguís en esta
travesía, y que no es disculpa si admito que conozco esas carencias mías (la
principal, aquí, que es un desahogo y se nota mucho) que me empujan hacia donde
la gran literatura no quisiera, y que, en resumidas cuentas, me tomo la
respuesta que daré a este desatino como un mero divertimento que sirva de
complemento a la bagatela-artefacto, o lo que es igual, como un providencial
reto para sacar del desván mis nunca lo bastante ponderadas habilidades
argumentativas. Después de todo este lío (que, no nos engañemos, algo de
vidilla le dará a nuestro rincón virtual), el tosco texto que propició aquellos
reparos tan saludables y que hoy desencadena mi inútil réplica seguirá colgado
ahí, ajeno al alboroto, y cada lector será de nuevo soberano en sus juicios, y
yo ya me podré morir o hacerme definitivamente el muerto como el mensajero que
fui, mas con la conciencia tranquila por haber puesto la cara y el tiempo que
no tengo por defender a un hijo tan insulso, fruto de un discreto devaneo
"sin condón ni esperanza".
[Continuará]
A INÚTIL MODO DE DEFENSA INÚTIL (II)
(viernes 7 de noviembre de 2008)
El título -Encuentro intergeneracional de
poesía muy actual-, formulado como subrepticio titular en una esquinita de la
sección de sociedad/cultura de cualquiera de esos rotativos-satélite que
malviven en provincias, anticipa sin margen al engaño el dominio crítico y la
dimensión irónica de los contenidos que se avecinan en formato versal (la mala
prosa se disimula mejor cuando se disfraza de verso). Por qué choca tanto el compuesto
"intergeneracional" es extremo que ignoro, pues significa sólo lo que
significa y poco más, salvo que no negaré que no le falta intención más allá de
la evidencia de que todos los encuentros de esta especie (y de la otra que de
ella se beneficia) admiten a la jovencita y al jubilado, a la jubilada y al
jovencito, y también el arco sucesivo de las edades medias. Lo que a mí me
lleva a recelar de la poesía "muy actual", de la poesía que hoy por
hoy consagra a los veinteañeros y treintañeros (y a sus femeninos respectivos)
que gozan la reseña esporádica en los suplementos de Madrid, es que sea burdo
eco de la misma que marcó tendencia dominante hace casi cuatro décadas, si no
más, de modo que sus adalides perseveran en un espacio lírico que a mí, y empiezo
a pensar que sólo a mí, se me antoja repetitivo y autosatisfecho y encantado de
haberse conocido, amén de sectario, cortado en el patrón del prosaísmo
profesoral que nos invade, ahora también imbuido de esas pajas mentales que
calientan la oreja a los vates octogenarios que presiden los concursos y a los
editores todopoderosos que meten la mano en las arcas de los organismos que los
convocan y a los reseñistas bienamados que seleccionan el producto según un
arduo proceso de filtrado cuyos altos principios ético-estéticos sería enojoso
discernir aquí. Que cada cual escriba como le dé la gana y que cada cual se
quede con lo que más le guste, claro que sí, Sebas, en eso estamos de acuerdo;
pero a mi temperamento le sublevan los discursos arbitrarios cuando se hacen
oír desde el turbio pedestal de los favores a cuenta, y mi idea romántica del
compromiso artístico tampoco transige con las consagraciones mediáticas
oportunistas ni con el dañino oscurantismo de los vetos personales ni con otras
mezquindades notorias -haylas, haylas- que nunca entendieron de honestidad ni
de rigor crítico ni de la verdad sin trampa de la belleza hecha arte, y a todo
esto sólo lo puedo llamar injusticia, y esta injusticia toca la fibra más
sensible de quienes empeñamos nuestra vida en esto, por eso mi temperamento se
rebela y se echa a pensar que el mundo, verosímilmente, también en esta
república fajardina, hubiera podido ser mejor. Así que, de tarde en tarde, en
soledad conmigo, me doy el intimísimo gusto del desahogo incisivo que no irá a
ninguna parte, claro que no, uno atisba dónde acaba la cerca de la decepción y
dónde empieza la del resentimiento: si este artefacto fuese un poema stricto
sensu, lo hubiera puesto en el índice de cualquiera de los dos libros y medio
que, inéditos a fuer de perezosos, guardo por ahí a la espera de un milagro que
los redima, y a mí con ellos. Dije "intergeneracional" donde otros
hubieran optado por "interprovincial" o cosa de gemelo atrezzo,
rimbombancia sin más, y ahora que lo escribo veo que sería incluso más efectivo
para saciar el arrebato de mis vísceras patentar esta repentina bagatela como
un Reencuentro interprovinciano de bardos y de bardas, actualísimos ambos y
todas y todos, herederos legítimos de la pléyade novísima que aún, en noches como
ésta, recita en las cajas de ahorro y en los panteones universitarios sus
glorificados polvos, aquellos polvos, con acento histriónico y destellos de la
anacronía más severa, pues ya sonaban a desfase e impostura en el fragor de la
lozanía de la musa. El adjetivo "actual" siempre es sospechoso, por
no decir paradójico, cuando se asocia a una parcela del arte, porque si de algo
han de presumir el gran arte (¿hay otro?) y la gran poesía (¿hay otra?) es de
su virtud atemporal, o de ese sello de extemporaneidad combativa que no elude
el compromiso con la verdad circundante, de su existencia innegociable y
discreta y al margen de las modas orquestadas con fines nada dudosos. Y de ahí
el título, vaya.
[Continuará]
3 COMENTARIOS
Sebastián
dijo...
Tienes razón en todo, Pedro. Pero es que creo,
repito, que es una realidad muy consabida. El sectarismo, el oportunismo, el
oscurantismo, el autobombo, la mezquindad, la arbitrariedad, siempre han estado
ahí, efectivamente.
Mi "idea romántica del compromiso artístico"
me impele a compartir, a comunicarme, a procurar ir siempre con el corazón en
la mano y a no creerme más que los demás. Que otros vayan dando el cante con
sus máscaras; es decir: que se desenmascaren a sí mismos. No creo que
despotricar en exceso contra ellos sea el mejor camino.
Estoy en una edad en la que ya no exijo nada. No es
conformismo. Es estrategia. Mi tiempo se agota y no quiero perderlo con vanas
esperanzas ni resentimientos que pueden llegar a ser perjudiciales. Creo en lo
que hago. Y punto. Si se nos cierran caminos, habrá que abrir otros nuevos. Ése
es el reto. ¿Qué son, si no, estos retales?
Hace mil años (a principios de los 70), un amigo de
juventud (José María Cánovas, alias “El Chiqui”) acuñó una frase memorable, muy
gráfica y muy propia de la época: “Si no tienes dinero, date un martillazo en
la cabeza y rompe la hucha de tus ideas”.
Y acabo de recordar otra... En un capítulo de Los
Simpson, Marge, tras subir meteóricamente a la cima con un negocio de galletas
y caer en picado por culpa de la competencia desleal y las envidias, les decía
a sus hijos:
"Apuntad bajo..., tan bajo, que a nadie le
importe que triunféis."
Así que, yo, a escribir mis galletas y a comerme, si
hace falta, uno a uno todos mis poemas.
10
de noviembre de 2008 21:06
Pedro
López Martínez dijo...
Caramba, nunca un mal poema generó tanta palabrería,
empiezo a pensar (como tú, Sebas) que no tan inútil como quería el título.
Después de varias decenas de poemas distribuidas en los cuatro libros que
publiqué, más alguna decena más si voy sumando publicaciones dispersas, llega
este artefacto-bagatela y se lleva el protagonismo desmesurado y a todas luces
injusto. Así debe funcionar el milagro estratégico de los best seller.
Llevas tú también mucha razón en tu desapego, Sebas,
nos separan unos pocos años y seguramente eso cuenta. Tampoco he despotricado
en exceso contra nadie, ni en un medio que alcance gran repercusión (aparte, yo
no soy nadie): sólo forjé una pirueta y la colgué donde tenía mano, un retal de
mi alforja, sin más. La frase de El Chiqui es realmente memorable, y la de
Marge también, cómo no, me declaro seguidor acérrimo de ese fenómeno
sociológico sin parangón que es la familia Simpson.
Y no te esfuerces más, que no vale la pena.
Salud!
(Por cierto, acabo de caer en la cuenta de que el
histórico primer negro presidente norteamericano tomará posesión el día de tu
santo y de mi cumple, y puesto que él estará muy ocupado, podríamos excusarlo y
tomarnos nosotros algo... con quien se apunte).
10
de noviembre de 2008 21:46
Sebastián
dijo...
Esa toma de posesión habrá que celebrarla, desde
luego. Y, a ser posible, escuchando jazz.
Respecto a Barack Obama, me disponía en este momento
precisamente a terminar de colgar en mi otro blog, Sopa de Hielo, un divertimento,
un rudimentario audiovisual que confeccioné con noticias y fotografías de
prensa el día 3, es decir, un día antes de las elecciones presidenciales
norteamericanas.
Al margen de todo te confieso que, en cuanto me
enteré de su triunfo, los primeros en quienes pensé fueron esos músicos de jazz
que tanta, tanta vida le han dado a mi vida..., Louis Armstrong, Duke
Ellington, Charles Mingus, John Coltrane, Eric Dolphy, Ella Fitzgerald..., y en
lo que sentirían hoy si vivieran todavía. No darían crédito. Siento la
obligación moral no sólo de pensar en ellos, sino de ponerme en su lugar.
Mira qué palabreja tengo que verificar para publicar
este comentario: zingones.
11
de noviembre de 2008 00:48
A INÚTIL MODO DE DEFENSA INÚTIL (III)
(domingo 9 de noviembre de 2008)
Los nueve versos de la primera estrofa
emulan un breve diálogo lírico (impostado, huelga glosar la obviedad) donde no
hay ni una sola palabra que zozobre en el azar de esta tormenta. Verbigracia:
que lamente ella -ah- y acto seguido añada él -uf-; que se cuantifiquen la pose
y la perilla y el endecasílabo sin alas; que la pose tenga que ser falsa -en
mis tiempos, Sebas, amigo, hasta el mal poeta ostentaba licencia para cazar
algún epíteto, y supongo que todavía-; que la perilla se torne ilusa venciendo
un desplazamiento metonímico que toca de lleno a quienes confían en que el
hábito acabe haciendo al monje -aclaro que, lejos de ridiculizar estilos
masculinos, la tal perilla, aquí, sólo es símbolo propiciatorio, genuina pista
para mejor indagar el derrotero de una determinada estética-; que los dos
endecasílabos embalconados -la vida desde la barrera, desde la sombra del
balcón: se diría que es desde ese observatorio desde donde convoca a sus musas
el nuevo orden experiencial- hablen de sí mismos con una solvencia métrica y un
derroche de recursos que sobrepasa la expectativa de un texto como éste, tan
desasistido de retóricas, de un texto cuyo afán paródico y parapoético casi
repele la pirueta del efecto lírico; que, a despecho de los insípidos terruños
culinarios, triunfe hic et nunc la audacia del neologismo en la forma
"unisonaron"; que los aplausos seudoorgásmicos que zarandean a las
moscas de todos los recitales actúen como ese movimiento de muleta baja que
deja al morlaco en posición para recibir la espada de la verdadera experiencia,
que es tan simple y tan directa como el castizo verbo que le sale al quite.
Tampoco en la segunda estrofa se
entromete ningún elemento aleatorio o que aspire a camuflarse tras la gratuidad
facilona, desde esa "Y" solitaria pero precisa en su atavío fálico
(lo siento, Mamen, pero es así como la ven mis ojos) hasta el ineludible
"follaron", que halla su momento de gloria en la 507 y que luego
ejerce de cierre y de sentencia sórdida, casi desfallecida en el presagio del
tópico menos lírico -tristitia post coitum-, voz de uso admitido que aún sabrá
escandalizar los castos oídos de quienes sostienen que el alimento de la poesía
-¡oh Ella, tan sublime!- no ha de permitirse términos de segunda o de tercera
categoría: eso de que siempre hubo clases también es trasladable al Real
Diccionario de la
Académica Lengua. No obviaré el deliberado contraste que se
pactó entre la simplicidad vulgarizada de un motivo exclusivamente sexual y la
vehemencia aristocrática de esos que se quedan abajo fumando su pipa y
consumiendo sus licores procaces, adulando al favorito o la favorita de la
fiesta y fatigando en aprosado verso de alternancia siete-once los dos
misterios resolutos que decantaron la magnitud de su obra, hace lustros o hace
semanas, lo mismo da. Si follaron "de nuevo" es porque el tiempo es
cíclico y todo vuelve y en definitiva nada importa, debemos admitir que los
protagonistas se conocieron la misma mañana del encuentro, que se miraron de
reojo y dieron en imaginar lo imaginable, a veces el imaginario es mutuo, y que
en tal caso la farsa de abajo tiene entonces su reflejo fiel en la farsa de
arriba, serán las esferas aquellas de algún Platón, y a nadie escapa que en el
ideal de un solo polvo están reunidos todos los polvos que en el mundo han
sido, no me atrevo a colegir si también estarán los que naufragaron como sueño,
que ésa es otra.
La secuencia que mejor fluye en esta
segunda estrofa es la que ocupa los últimos seis versos, que a base de
pinceladas atiende a la descripción del encuentro: pura poesía, y ello pese a
que deje mucho que desear... Junto a la rudeza inesperada del condón ausente,
la desesperanza consabida de los apareamientos fortuitos que deben mucho de su
inicial fervor al morbo de la presunción de adulterio; junto al rubor de manos
que transitan a tientas para que no haya ojos de un lado ni del otro (¿por qué
ha de ser maduro él y joven ella, en qué giro sutil se resuelve ese enigma?),
el desenfreno vertical que apela a la fantasía acrobática de las seducciones
extramaritales. Y así llegamos al polémico "poetisos", vocablo de
dudoso cuño al que Orfeo le confiere cierta carga sexista, y al que Mamen le
adjudica un plus de prepotencia, paternalismo y misoginia que inevitablemente
salpica al buen nombre de quien se decidió a ponerlo. Bien es cierto que no
hubo inocencia en su elección, pero tampoco se previó que su modesta pólvora
iría a remover tantas susceptibilidades. Al primer ilustre a quien le leí
"poetisos" fue a Pablo Neruda en sus memorias, y ya entonces lo usaba
él en un tono despectivo, sí, pero en absoluto antifemenino o sexista, pues lo
que la palabra aporta es el género neutro de quienes, hombres o mujeres,
cultivan ese verso fláccido que se autoabastece de emotividades epidérmicas.
Que a alguien no le guste que el femenino oficial del poeta sea la poetisa no
significa que su uso, hoy en día, esté ideologizado; y en cuanto al poetiso de
marras, en efecto suena a chiste, acaso un mal chiste, pero en definitiva no es
más que un juego de derivación que apunta, o eso me parece a mí, a quienes
rentabilizan su ambigüedad sexual levantando sobre la tal estrategia el
universo exculpatorio de toda su poética. Lo releo y lo releo, y no consigo
interceptar en este artefacto-bagatela ninguna connotación que tenga que ver
con el sexo -la prepotencia y el paternalismo sí los presiento como elementos
incómodos, mas indisociables del aparato crítico que el texto activa-, y sí, en
cambio, la urgencia léxica de marcar el abandono neutro de los cuerpos que se
acoplan casi en serio, porque "poetos" sí que hubiera sonado fatal.
Concluyo: este poemilla, o lo que quiera
que sea, quiso hacer su modesta denuncia de la impostura impostándose él mismo,
sirviéndose de una escena de guiñol que llama a las cosas por su nombre, muy
seguro de que donde se está forjando el verdadero poema de este encuentro
intergeneracional de poesía muy actual es unas plantas más arriba, en el
interior deslucido de la 507, y no en la letanía inmemorial de unos versos que
repiten su cansancio para medrar el vano aplauso y el devaneo de la adulación
en la farsa del éxito. Y nada más. Pero, antes de poner el punto definitivo, me
vais a permitir el convencimiento de que aquel polvo paralelo y el verbo que lo
sustenta, al recordarlo para otros, será al cabo la única verdad de esta
historia.
15 COMENTARIOS
carmen
dijo...
A I, II, y III ¡dios mío!
9
de noviembre de 2008 02:45
carmen
dijo...
¿Por qué mi comentarios siempre salen con un cubito
de basura debajo? Esto es demoledor para mi maltrecha autoestima.
9
de noviembre de 2008 04:17
Pedro
López Martínez dijo...
Carmen, ¿sería mucho pedir (supongo que sí, que a
estas alturas sería mucho pedir) que les explicaras a I, a II y a III la
dimensión exacta de ese divino posesivo?
Y autoestímate, mujer, o busca a tu alrededor a quien
lo haga por ti.
Saludibesos!!
9
de noviembre de 2008 20:05
carmen
dijo...
Querido Pedro, como te comenté la semana pasada vengo
arrastrando una gripe que me tiene muy espesita. Quizás sea por eso que tras
leer lo detenidamente que mi maltrecha salud me permite I, II y III tengo que
decir que me pierdo. Y no es por la falta de brillantez en tu estilo (ya me
avisó Superviviente tras leer el desaparecido II, a él le pareció magnífico),
no, esto tiene que ver con el hecho de que a un poema, y a casi todo me temo,
yo solo sé enfrentarme mediante la intuición y la emoción. Recuerdo una
lejanísima mañana en la que la profesora de lengua dijo: Copiad: "Los
violines tristes del otoño..." A medida que avanzaba el poema a mí me
faltaba la respiración ¡cuánta belleza en una pocas, exactas, certeras
palabras! No comprendía la inexistente reacción de mis compañeras que parecían
copiar la lista de los reyes godos, después vino la autopsia de ése prodigio,
conforme lo descuageringábamos perdía su aroma, mientras señalábamos sus
acentos se quedaba sin acento. Por suerte para mí, la cansina voz de una
maestra sin ilusión me había inoculado un veneno para el que no hay antídoto:
la devoción por la Belleza
hecha palabra y ya se sabe, no hay que tocar la Rosa. Por eso solo pude
exclamar "dios mío" ante la disección del artefacto al que tú mismo
niegas ahora la categoría de poema. Empecé a sentir lástima por la bagatela
cuyo destino ha sido convertirse en hijo de Saturno.
En fin, como últimamente estamos un poquillo
susceptibles te aclaro que mis palabras pretenden ser un homenaje para ese
poema que a fuer de ser vituperado por todos yo he llegado a apreciar y a
percibir con una cierta emoción. BB
10
de noviembre de 2008 03:40
Pedro
López Martínez dijo...
Mamen, lo que dices sobre la intuicion y la emocion
es lo mas sensato que se puede decir de un poema, incluso de un seudopoema como
este, y te aseguro que yo mismo me apropio de esa conviccion y aviso a mis
alumnos antes de empezar a practicarle la autopsia en clase. Pero ocurre que en
este caso me he sentido un poco en la obligacion de "defenderlo"
publica e inutilmente (como reitero en el titulo), quizas un estupido
compromiso que surgio sin pretenderlo, como otros tantos compromisos que
adquirimos en la vida y que luego se nos pegan a las suelas de los zapatos.
Debo añadir que aunque la hondura perceptiva de Superviviente vea brillantez en
el estilo (que es pura tecnica, o cierta facilidad, o habil manejo de los hilos
de la diseccion critica), yo puse el punto final con una sensacion sucesiva (en
I, II y III) de agotamiento mental y de hermoso tiempo perdido en alentar lo
inalentable (aunque si justificable), una sensacion que, hasta ahora, nunca me
habia experimentado en este blog. Por otra parte, quiero agradecer vuestra
sinceridad, pues, como me advierte un amigo en correo privado, esa misma
sinceridad debe servirme para valorar con mayor orgullo los piropos que a
menudo me lanzais.
(Pido un monton de excusas, tantas como tildes debiera
llevar este comentario, por la ausencia de tildes; pero resulta que estoy
tecleando en un ordenador ajeno que (misterios de la tecnica) no sabe ponerlas,
lo que no se si sera una confabulacion del sistema educativo que nos rige).
Salud!
10
de noviembre de 2008 12:10
Sebastián
dijo...
Muchas gracias, Pedro, por este triple esfuerzo
defensivo, no tan inútil como el título nos vaticinaba.
Me han impresionado, de nuevo, tu claridad y tu
precisión mental y verbal. Pero tengo la impresión de que, por mi culpa, hemos
llevado este retal demasiado lejos; quiero decir que tampoco se trataba de
hacernos un traje con él...
Estoy pensando que tal vez le concedimos demasiado
protagonismo al poema al verlo publicado en solitario y en el blog, donde a
veces las cosas adquieren una relieve desproporcionado. De haberlo leído en
otro contexto, sin ir más lejos inserto en 'Necedarius, viceversas, etc.', no
habríamos llegado a tanto. Allí hay poemas que apuntan en esa misma línea
(véase el titulado 1.21) y que remiten a César Vallejo, a Julio Cortázar,
incluso a Lezama Lima, por no decir al gran Góngora... Yo también he seguido (y
sigo aún a veces) sus estelas.
En fin..., creo que la experiencia ha sido buena
(aunque he llegado a preocuparme) y que ha quedado demostrado que meternos
caña, espolearnos de vez en cuando, decirnos a las claras las cosas que no nos
gustan, puede llegar a ser un ejercicio sano y productivo. Así que confío en
que jamás te cortes (ni os cortéis vosotros, retaleros) conmigo. Los blogueros,
por lo general, somos muy dados a los halagos mutuos.
Sobre "glorificados polvos", lodos
vanguardistas y otras muchas cuestiones que has citado podríamos hablar mucho,
pero no me quiero extender más.
Al margen de todo, no me has convencido de casi nada
porque de casi todo lo que has argumentado ya estaba convencido yo. Sirva como
prueba de mi indignación y disidencia esta copla del 22 de abril de 2004 que
encontré precisamente ayer en una de mis libretas:
"Públicamente aclamados,
ignorados en secreto;
artistas de calendario,
poetas de medio metro."
!odreP, dulaS¡
!ortseun ol a sortosoN¡
PD: Muy lúcida tu intervención, querida Carmen.
10
de noviembre de 2008 12:14
Sebastián
dijo...
Vaya, Pedro, estábamos escribiendo al unísono, y creo
que nuestros respectivos comentarios se complementan muy bien.
Respecto a nuestro sistema educativo, hoy, en la
página 37 de El País viene una reseña muy interesante sobre un manifiesto
firmado por docentes titulado 'No es verdad'. Lo puedes leer íntegro en El
País.com.
10
de noviembre de 2008 12:22
José
Manuel Piqueras dijo...
La pirotecnia fastuosa del virtuosismo preciosista
siempre me ha parecido un espectáculo muy entretenido y cosa de mucho mérito,
con independencia del objeto al que se aplica ese derroche de destreza. Sin embargo,
lo que más me llamó la atención cuando leí la primera versión de la entrada II
(poco antes de ser misteriosamente borrada) fue que me pareció advertir entre
líneas una defensa sincera y corajuda de un texto cuyo mérito bastante para
tomarte ese trabajo era sencillamente tu autoría. Esa circunstancia promovía el
mero artificio y todo su aparato a una categoría que, según algunos, el motivo
original no merecía. Tal vez si además te hubiese animado la fe de una causa
mejor hubieras hecho un pleno de los tuyos. Otra vez será.
10
de noviembre de 2008 15:27
Pedro
López Martínez dijo...
¡Cuánta razón, José Manuel! ¡Cuánta razón...!
10
de noviembre de 2008 15:30
Miguel
Ángel Orfeo dijo...
Como dije en su momento, el poema en cuestión me
sigue pareciendo una "bagatela muy bien ejecutada", y ahora debo
añadir que mejor defendida, sin entrar a valorar la sinceridad de la defensa o
que se trate de un brillante ejercicio de abogacía literaria. Pero a mí tampoco
me convence, tan sólo prueba que te sobra el talento incluso para empresas
argumentativas imposibles, pues ya el mero hecho de que impresione más la
disección que lo diseccionado resulta revelador.
Por otra parte, y lo siento por mi admirado Pablo
Neruda, la palabra "poetisos" no se salva, a mi juicio, de su carga
sexista, pues si ya en su original femenino se incurre en la injusticia de la
generalización (me refiero a la flacidez que apuntas) la masculinización del
término no puede nunca ser puramente neutra, siempre alude a. Y, por último,
jamás hubiera adivinado en la "y" solitaria ningún símbolo fálico;
tal vez peque de cierto infantilismo, pero para mí no es más que un tirachinas
sin gomas...¿ni esperanzas?
Un saludo cordial para todos y ánimos para Mamen
(dice mi abuela que la gripe son tres días de subida y tres de bajada, así que
seguro que ya te queda poco)
10
de noviembre de 2008 20:02
Pedro
López Martínez dijo...
Gracias, Orfeo. Ejercer de abogado del diablo, cuando
uno y otro son el mismo, no es tarea fácil, y tú y los demás lo habéis entendido
con un deje conmiserativo que casi me halaga cuando dices que me "sobra el
talento incluso para empresas argumentativas imposibles" (ufff). Lo del
tirachinas sin gomas es genial, y si escarbas un poco está más cerca de mi
fálica Y de lo que imaginas.
Salud!
11
de noviembre de 2008 00:01
Miguel
Ángel Orfeo dijo...
Escarbando, escarbando, encuentro un chiste, ese del
chino y la adivinanza de qué tenía este entre las piernas. Pues mira, sí, vas a
tener razón...
11
de noviembre de 2008 23:19
carmen
dijo...
Escarbando, escarbando encuentro esta noche de
puritita casualidad una canción dedicada a una planta y, querido Orfeo, me
parto el pecho.
12
de noviembre de 2008 01:35
Pedro
López Martínez dijo...
Abundando en la dulce estela de los despropósitos, o
no tanto, me viene a las mientes un anónimo de cualquier siglo que dice así:
"Hablando del hymeneo,
una joven dijo así:
-Es un gusto, según creo,
pues primero va la hy
y después viene el meneo".
12
de noviembre de 2008 15:13
Miguel
Ángel Orfeo dijo...
¡Glub!
12
de noviembre de 2008 16:58
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